Agridulce Exiliados Festival
Anoche, de la mano del Exiliados Festival, se presentaba una interesante y prometedora velada musical en la Sala B de Murcia. Cuatro bandas componían el atractivo cartel: Los toledanos Maiora Tibi, los murcianos Adiós Nicole y Clara Plath, y los valencianos We used to pray. En definitiva, una ocasión propicia para comprobar de primera mano cómo van evolucionando los dos grupos murcianos, y conocer las propuestas de los conjuntos foráneos.
Abrieron el fuego al filo de las once de la noche Maiora Tibi, una formación que, si empezó con buenas maneras, también pareció ir diluyéndose, conforme avanzó su actuación, en un sonido monótono, lánguido y falto de chispa. Los toledanos, a pesar de su buena actitud sobre el escenario, dieron la impresión de pecar de una excesiva fascinación por el pop británico, y en particular de Oasis, que les llevara a acallar su propia voz y a mostrarse más como un reflejo que como un original. Unos cuarenta minutos de espectáculo y, poco antes de las doce, se ponía fin a este primer concierto.
Adiós Nicole fueron los siguientes en saltar a las tablas, y se pudo notar que tocaban en casa al registrarse una mayor afluencia de público en la sala poco antes del comienzo de su actuación. Así, sobre las doce y diez de la noche, y con un ambiente algo más acogedor, el cuarteto murciano hizo sonar sus primeros acordes. Con un pop fresco, alegre, rápido y animado, Adiós Nicole ofrecieron un espectáculo ciertamente equilibrado, agradable y llamativo que tuvo en los temas Desconocidos, al principio, y Si el mundo se acaba hoy, al final, sus momentos más destacados.
Como único lunar en esta actuación hay que mencionar la versión que, hacia la mitad del espectáculo, brindó su cantante en solitario del mítico There is a Light that never goes out, ya que, tocada así, en solitario, esta canción rompió el ritmo del concierto y partió en dos el recital innecesariamente. Al final, a eso de la una menos diez, Adiós Nicole daban por concluido su concierto saludando al público y recibiendo generosos aplausos de reconocimiento.
A la una y diez, aproximadamente, comenzó su concierto Clara Plath, una interesante banda que combina la juventud de la formación creada en 2013 con la experiencia atesorada por los miembros que la integran. Así, con la fuerza que poseen las nuevas composiciones y gracias a la solvencia con la que estos músicos las ejecutan, el sonido que los murcianos desplegaron pudo destacarse como el más adulto, compacto y serio de cuantos se escucharon a lo largo de la velada.
Con un repertorio corto aún, pero variado en matices y texturas, Clara Plath ofreció todo un repaso a una rica gama de melodías que fueron desde la balada más oscura y sugerente hasta el rock más eléctrico y agresivo. A whisper, Doverman, Paradise, Dancing song y Like a rocket fueron las más destacables de una serie de canciones que fueron interpretadas por la poeta murciana con la actitud y la intensidad que cada una precisaba. Al final, a eso de las dos de la madrugada, buenas sensaciones en la sala, y aplausos y saludos entre el grupo y el público.
Tras Clara Plath, cerrarían la velada a partir de las dos y diez los valencianos We used to pray con la propuesta más ecléctica de la noche. A través de sonidos innovadores, experimentales y bailables, en ocasiones, que mezclaban electrónica, pop y rock en muy acertadas proporciones, los valencianos fueron engrandeciendo su oferta sobre el escenario y dando la impresión de grupo sofisticado y profundo. Por eso, a pesar de no tener temas que destacasen especialmente sobre otros, las sensaciones en general fueron positivas a la hora de valorar en su conjunto esta actuación. Al final, al filo de las tres de la madrugada We used to pray dio por finalizado su concierto y con él esta edición del Exiliados festival.
Al término, y como impresión común entre los asistentes, hay que reconocer que, si el sabor dulce de este festival lo aportaron las cuatro bandas que, con mejor o peor suerte, pero siempre con actitud y compromiso, participaron en él, el sabor agrio lo puso la escasez de público, apenas un cuarto del aforo, que se congregó en la murciana Sala B. Así, con la sensación de haber contemplado un espectáculo digno, interesante y entretenido, pero sin la repercusión que habría merecido, fuimos abandonando la sala con la esperanza de que en la próxima oportunidad el público, que es soberano, responda a la llamada de la buena música.