La Puerta Falsa

Iván Marhuenda, un nuevo valor a tener muy en cuenta

Sáb, 18/07/2015 - 15:06 -- Miguel Casas

Este pasado jueves acudimos al bar La Puerta Falsa de Murcia, pero no lo hicimos para presenciar el concierto de un cantante consagrado ni el de una banda de moda ni el de un artista promocionado en la radio o la televisión. No. Este jueves, a eso de las 22:30h, llegamos a La Puerta Falsa para dar cuenta de un evento mucho más especial que todo eso: el concierto de Iván Marhuenda, un joven guitarrista que, a sus dieciséis años, anda ya dando sus primeros pasos por los escenarios de la geografía regional con la ilusión de hacerse un hueco en el rico panorama musical murciano.

Por eso, atraídos por el deseo de conocer la propuesta de Marhuenda, e intuyendo el interés del acontecimiento por el hecho de que un local con el prestigio de La Puerta Falsa abriera su escenario en exclusiva a un chico tan joven, terminamos de convencernos de que nuestro lugar debía estar ahí y, tras cruzar el mítico zaguán y pedir algo en la barra, tomamos asiento y nos dispusimos a prestar al músico toda nuestra atención para contar cuanto ocurriese durante la velada.

Y lo que ocurrió, ya pasadas las 22:40h, fue que comenzaron a sonar los acordes del Aleluya de Leonard Cohen y, seguidamente, los de El sitio de mi recreo de nuestro admirado y añorado Antonio Vega. Sin duda, una forma muy cálida y emocionante de abrir el fuego en un recinto que, por la calidad del sonido, la limpieza del escenario y la cercanía del público, nos pareció que ofrecía en unas condiciones inmejorables para dejarnos envolver por la música tocada cuerpo a cuerpo y por la voz, profunda y bien templada, de Iván Marhuenda.

Así, solo ante un auditorio al que podía mirar a los ojos y armado únicamente con su guitarra, el joven Marhuenda, comenzó a interpretar un repertorio en el que las tres cuartas partes serían versiones de grandes clásicos mundiales del pop y el rock y el resto, concretamente cinco temas, serían canciones propias. De esta manera, dentro del apartado de versiones tuvieron un peso específico bandas como U2 y Pink Floyd, que, con One, With or without you, I still haven´t found wath I´m looking for, de los primeros, y Wish you were here y Shine on you cazy diamond, de los segundos, se destacaron como dos de los conjuntos de los que más ha bebido el guitarrista muleño hasta la fecha.

Ya en el apartado de canciones propias -apartado fundamental a la hora de vislumbrar las posibilidades de crecimiento de cualquier compositor- Marhuenda presentó entre otras Sin ti, El andén vacío y sobre todo Si no estás, que fueron los temas que más nos llamaron la atención por su acertado sentido del ritmo, su tono intimista y su aire reflexivo. Como es lógico, injusto sería pedir a este jovencísimo músico que sacara “sencillos ganadores” cuando se halla en pleno proceso de formación, sin embargo, por encima de eso, las canciones de Marhuenda sirvieron para presentar sus credenciales como músico de casta y vocación y plantear unas líneas de trabajo más que interesantes sobre las que consideramos que tendrá mucho margen de desarrollo como autor.

Además, si a las buenas maneras como cantante y músico de Marhuenda, le añadimos el inestimable apoyo que tiene en su padre –el cual subió al escenario a tocar con su hijo algunos temas- y sobre todo el hecho de que componga en la lengua en la que se expresa, piensa, siente, ama y sufre -y que encima es la única en la que le podrá comprender el público que le vaya a escuchar- debemos concluir que, a pesar de tener sólo dieciséis años, este adolescente ya ha recorrido bastante más camino en la música española que muchos veinteañeros y algunos treintañeros murcianos a los que, lamentablemente, nadie les puede entender cuando se suben a un escenario.

Por último, y justo antes de terminar, no podemos dejar de dedicar unas palabras al que es el primero y el mejor local musical de Murcia: La Puerta Falsa, un bar con una acústica privilegiada que desde los años 80 y hasta la fecha jamás ha dejado de ofrecer una programación regular a la Ciudad y por cuyo escenario han pasado artistas de la categoría de Loquillo, Quique González o Álvaro Urquijo entre otros cientos. En definitiva, un bar que más que un bar es un templo musical: la Catedral de Murcia de la música en vivo. Y es que si las paredes pudiesen hablar, las paredes de La Puerta Falsa no hablarían: cantarían.

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Blanca Cremades, sentido y sensibilidad en la Puerta Falsa

Sáb, 25/07/2015 - 16:28 -- Miguel Casas

Porque no solo de Rock vive el hombre, este jueves acudimos a la Puerta Falsa con el objeto de conocer a Blanca Cremades, una de las más interesantes cantautoras murcianas que, a eso de las 23:00h, brindaba sus canciones mediante un concierto acústico -piano y voz- en el mítico local de la calle San Martín de Porres de la capital del Segura.

Así, ya sobre el escenario, sentada frente al imponente piano de cola, y ofreciendo su costado derecho al público que llenaba el cuerpo central de la sala, Blanca inició su recital con puntualidad haciendo sonar las notas de una delicada pieza instrumental que, a modo de introducción, sirvió para captar la atención del respetable concentrando la suya exclusivamente en las teclas, negras y blancas, del piano.

A continuación llegarían dos baladas, una en inglés -sin título específico-, y otra en español -Bésame piano-, gracias a las cuales Blanca Cremades pudo fundir música y voz para definir las líneas de un concierto que estaría marcado por los ritmos pausados y las letras que, teniendo como tema preferente el amor, se desarrollarían en inglés o en español. Ya para cerrar lo que podríamos calificar como el primer tercio del recital, la cantante interpretó Polos opuestos, un tema dotado, si cabe, de unas connotaciones más íntimas y personales al estar dedicado a Daniel Serrano, músico y actual pareja de Blanca.

Más adelante el concierto se encaminó hacia su fase central, una fase en la que adquirirían un mayor peso las versiones de canciones de otros artistas, aunque, eso sí, siempre traídas al estilo acompasado de Cremades. Así, pudimos escuchar Qué pides tú, de Álex Ubago, When Susannah cries, de Spen Lynd, o Cuando los sapos bailen flamenco, de Ella baila sola. También, dentro de este segundo tercio del espectáculo destacó la interpretación que la cantante, junto a Manolo Cremades al violín, hizo de Qué decir, una auténtica joya de composición propia que al lado de temas tan conocidos no sólo no desentonó, sino que mantuvo el nivel y la altura de aquellos.

Ya metidos de lleno en el último tercio del concierto, el tono, que ya era cómplice, se hizo más distendido con Cobardes merced al simpático diálogo que la pianista entabló con un sector del público. A continuación, y justo antes del final, llegó otra de las canciones que más destacó en la velada, Doblemos el mapa, otra preciosa composición propia que la cantante dedicó a sus compañeros, artesanos de canciones, de la Asociación Murcia Canción de Autor.

Una vez finalizada la actuación aún quedaría la sensación de que en el ambiente permanecían flotando los restos de la densa, luminosa y profunda atmósfera que Blanca Cremades había sido capaz de crear tan sólo con su voz y su piano. Una atmósfera de ensueño, encanto, o haunted. Una atmósfera en la que las canciones de amor sonaron desprovistas de afectación, directas y sinceras, gracias al estilo calmado y elegante que la cantautora ha sabido imprimir a sus composiciones. Por eso no es de extrañar que, envueltos por el sentido y la sensibilidad que derrochó, todos nos sintiéramos en algún momento, y con el permiso de Dani Serrano, un poquito enamorados de Blanca Cremades.

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Blanca Cremades, Eduardo Ramos y Miguel Ángel Delgado convencen en Clave de Fa

Sáb, 31/10/2015 - 16:36 -- Miguel Casas

Este pasado jueves, con motivo de la puesta en escena de Clave de Fa –el certamen que la Asociación Murcia Canción de Autor organiza desde hace años para promocionar, de tres en tres, a algunos de sus miembros más destacados- decidimos acercarnos a La Puerta Falsa para reencontrarnos con Blanca Cremades, a la que tuvimos ocasión de escuchar en julio, y conocer a Eduardo Ramos y Miguel Ángel Delgado.

Así, a eso de las once de la noche, ya sentados al pie del mítico escenario y al abrigo del anguloso techo que, como una caverna, envuelve el amplio salón del local, nos dispusimos a contemplar el espectáculo y tomar buena nota de cuanto ocurriera durante una velada en la que los tres cantantes se irían sucediendo sobre las tablas en dos rondas de miniconciertos en los que cada uno interpretaría tres temas por actuación.

De esta forma, el primero en presentarse ante el estimable público que nutría La Puerta Falsa fue Eduardo Ramos Elbal, un joven cantautor murciano que comenzó su minirecital con Aire, lento tema de amor que gira en torno al motivo de una despedida forzada. A continuación, y a pesar de la advertencia de Ramos por el posible carácter cursi de su siguiente canción, lo cierto es que Tu mirada sonó menos afectada que la anterior. Ya en su segunda intervención, que fue la cuarta de la noche, el cantautor cambiaría radicalmente de tono y de registro al presentar canciones en las que, como en Pirata de los bares, dio rienda suelta a su lado más fresco, ligero, animado, canallesco y divertido.

Tras Eduardo Ramos, el siguiente en subir al escenario fue Miguel Ángel Delgado, médico granadino afincado en Murcia que, a punto de sacar su primer trabajo de estudio, dio inicio a su primera tanda de canciones con Puedo decir, un tema inspirado en los mitos de la cultura Maya que sirvió para mostrar unas cualidades de cantante y compositor ciertamente interesantes: variedad en los motivos, elaboración en los textos, rotundidad en las melodías, hondura en la voz, y, sobre todo, una energía interpretativa que nos sugirió la naturaleza rockera de su personalidad. Así, si con su primer tema se acercó al mito de los cenotes, en la segunda se sumergió en la más cruda realidad de los niños enfermos cáncer con Ángeles para más tarde estallar con Supernova. Ya en su segunda actuación, que fue la quinta de la velada, el granadino haría sonar Gigante, o Lunas de hiel, tema este último inspirado en la experiencia neoyorkina de Federico García Lorca, para poner fin a una doble actuación que dejó un gran sabor de boca.

Para cerrar cada una de las dos rondas de miniconciertos fueron programadas las actuaciones de Blanca Cremades. Sin duda, todo un acierto si tenemos en cuenta que esta cantautora es uno de los valores más seguros de nuestra joven y experimentada escena regional. Por ello, con la garantía de que el colofón a la velada sería brillante, lo único que debimos hacer fue guardar silencio y atender para que, bien acompañada por Daniel Serrano a la guitarra, bien sola al piano, la cantante confirmara todas las virtudes que descubrimos en ella desde que la escuchamos por primera vez. Así, con temas como el introductorio instrumental, Haunted by you, ¿Qué decir? -que sonaron en su primera actuación- o Bésame piano y Polos opuestos –que interpretó en segunda instancia- la cantautora volvió a dar muestras de su gran talla como compositora, pianista y cantante. Y es que en un tiempo en el que parece que todo el mundo tiene que cantar entregándose al artificio y al engolamiento como si cantar fuera una estúpida competición para ver quién esculpe mejor un músculo, la voz pura, cálida, emocionante, personal, y profundamente femenina de Blanca Cremades, una vez más, fue capaz de cautivar los sentidos y dar la impresión de poder detener, al menos durante el tiempo que dura una canción, el tiempo que no se detiene jamás.

Maskarine, Amago y Rubén Reina llenan de aplausos La Puerta Falsa

Sáb, 14/11/2015 - 20:11 -- Miguel Casas

Este pasado jueves, seducidos por el cartel de la nueva entrega del certamen de cantautores Clave de Fa, acudimos a La Puerta Falsa para encontrarnos, tras casi un año, con la murciana más francesa de nuestra escena, Maskarine, y, junto a ella, conocer el proyecto de Amago y las composiciones de Rubén Reina.

Así, a eso de las 23:00h, ocupando un discreto lugar desde el que poder registrar todo con la mayor fidelidad, nos dispusimos a vivir otra noche de música en clave de fa o, lo que es lo mismo, en clave pausada, íntima, atenta y cercana. Una clave que, sin duda, es la adecuada para empaparse de una música que, a diferencia de los violentos torrentes que erosionan la tierra, fluye mansa como el sonoro transcurso de un río cuyo caudal germina la tierra por la que pasa.

De esta manera, con el local lleno a rebosar y la expectación creciendo por momentos, comenzó su actuación Amago para abrir la velada atrapándonos desde el principio con las canciones de su álbum debut, Pulsión Operante; un trabajo editado en 2014 y de estilo innovador en el que destaca la presencia de los teclados, los juegos de sonidos y los desarrollos instrumentales para construir suaves melodías de aspecto frágil, pero de amplio vuelo, en las que las letras son apenas breves y lejanas sugerencias de aquello que evocan sin llegarlo a nombrar. Así, con canciones como El último cielo, Como una pera o Nadadora de noche el concierto de Amago, que apareció flanqueado por Alicia Martínez en los teclados y Miguel Reina a la guitarra, fue avanzando como un vuelo en espiral hasta concluir cosechando una generosa ración de aplausos.

A continuación, y siguiendo con el desarrollo alterno del formato habitual de estas veladas, ya que Amago había juntado en una sus dos apariciones por motivos técnicos, se alternaron las dos actuaciones de Rubén Reina con las otras dos de Maskarine. Sobre el cantautor murciano, lo primero que nos llamó la atención fue la sobriedad sonora de su puesta en escena -solo guitarra y voz-, que trató acertadamente de enriquecer con la presencia de la armónica. Por otra parte, dotadas de melodías sencillas, letras claras y motivos que irían desde el amor de pareja o el paso del tiempo hasta otros más sociales y actuales como las crisis de refugiados, las canciones de Rubén Reina se apreciaron aceptables en cuanto a su composición aunque quizá en su ejecución podrían haber mostrado un mejor nivel de afinación y tono vocales. No obstante, la respuesta de los asistentes para con el joven cantautor acabó siendo satisfactoria merced a los aplausos que le tributaron.

Tras las dos mini actuaciones de Rubén Reina, llegarían las otras dos de Maskarine, quien, acompañada por Pitxu Méndez a la guitarra, comenzó su recital con Penchants inavouables –Confesiones inconfesables- y L´historie d´un homme amoreux d´un poster -Historia de un hombre enamorado de [la mujer de] un cartel- para volver a demostrar una vez más que se trata de uno de los valores más seguros dentro de nuestra escena regional. Y es que, si a la variedad de tramas, enfoques y melodías que trabaja, le sumamos la agilidad con la que se maneja en la interpretación, la solvencia de su voz y el exotismo de su acento, lo que nos queda es precisamente eso: una de nuestras mejores y más valoradas compositoras. Y es por eso que, a pesar de que son pocos los que pueden entender sus letras en francés, todos, absolutamente todos, cuando la escuchamos no podemos dejar de atender.

Por último y para terminar esta crónica, dado que es sábado y tristemente hemos tenido conocimiento de los bárbaros actos criminales que han segado la vida de más de cien personas en las calles de París, no querríamos despedirnos sin tener un sentido recuerdo hacia las víctimas de la atrocidad, hacia sus familiares, y hacia todo el pueblo francés, el cual nunca estará solo porque, más allá de las nacionalidades, el ataque que ayer sufrieron en su territorio fue en realidad cometido contra el mundo de libertad, igualdad y fraternidad en el que todos queremos vivir.

Río Viré y Cere Vera brindan juntos en La Puerta Falsa

Lun, 07/11/2016 - 10:57 -- Miguel Casas

Divertido e interesante concierto, el que tuvimos ocasión de presenciar este pasado viernes en La Puerta Falsa con motivo de las actuaciones de dos de los cantautores que con más fuerza han irrumpido en el panorama regional en los últimos tiempos: Río Viré y Cere Vera.

Así, con todo listo sobre un escenario que iba a lucir lleno de instrumentos preparados para la ocasión y ante una sala que iba a presentar una considerable afluencia de público, el primero de los artistas en aparecer sobre las tablas de La Puerta Falsa sería Rubén Villahermosa o, lo que es lo mismo, Río Viré, para brindar un tramo inicial de velada en la que, solo y al piano, ofrecería en directo algunas de sus canciones de más reciente creación.

De este modo, tocando en vivo temas como Atenea, Si estás dentro, Para Marta o El incendio, Viré mostraría que ese manantial de letras íntimas y melodías acompasadas de las que bebe su música, lejos de secarse, sigue fluyendo aguas abajo con calma, pero fecundando sin remisión las riberas por las que pasa el camino de este cantautor de raza que es Río Viré.

A continuación, y completada esta primera fase de velada, el que tomaría el escenario sería Cere Vera y su banda para dar un giro radical al ritmo de la noche y ponerle la sal y la pimienta al concierto con temas tan punzantes y animados como Nervios o Vacío, que, no obstante, se alternaron con otros más sosegados como La isla, emocionante canción de cuidada factura que fue cantada entre susurros.

A partir de entonces, después de haber acometido cada uno de manera independiente sus respectivos tramos de concierto, la velada entraría en una fase de mayor flexibilidad en la que ambos cantautores se intercambiarán constantemente sus papeles sobre el escenario para acabar brindando un espectáculo sorpresivo lleno de frescura y simpatía en el que serían numerosos los elogios que habrían de dedicarse.

De esta manera, ya siempre acompañados por una banda en la que brillaron con luz propia el guitarrista Antonio Irigoyen y la violinista Belén Buendía, Vera y Viré, como si fueran unos divertidos Zipi y Zape, se dedicarían a destilar un repertorio conjunto en el que se irían sucediendo entremezcladas las canciones de ambos. En este sentido, si de Viré pudimos escuchar temas como No sé que me pasa contigo o El rey de Argentina, de Vera haríamos lo propio con piezas como Hacerlo de día o Teresa y Manuel.

A la postre, entre guiños de complicidad y continuas muestras de amistad, el concierto que habría de unir a estos dos prometedores cantautores de la Región transcurriría con agilidad y alegría dando como resultado un espectáculo más que satisfactorio que tendría a su conclusión su justo reconocimiento en forma de sonoros aplausos.

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