Café Zalacaín

Maskarine encandila con su concierto en el Café Zalacaín

Jue, 06/11/2014 - 23:35 -- Miguel Casas

Deliciosa velada musical, la que tuvimos oportunidad de presenciar en el Café Zalacaín de Murcia este pasado miércoles. La francesa Maskarine, que llegaba a la cita con su primer disco de estudio -Bouts de moi, bouts d´émois- bajo el brazo, no decepcionó y ofreció un memorable concierto de casi dos horas de duración en el que repasó los principales temas que a la largo de estos años han ido curtiendo su propuesta sonora hasta convertirla en una de las más personales y exóticas del panorama regional actual.

Acompañada por el guitarrista Pitxu Méndez, Karine Lefebvre -voz y guitarra- dio comienzo a su actuación sobre las 23:00h en el interior de un local que minutos antes ya registraba una extraordinaria entrada para ocasión. Abrió Maskarine su repertorio de canciones con la agradable Une idée, y antes de la segunda de la noche, Le malheur des autres, subió al escenario el cantautor Juanfran Esparza para acompañar tocando el xilófono a la pareja protagonista.

A continuación, los sonidos acompasados de las guitarras de Méndez y Lefebvre, las introducciones sonrientes, las letras animadas, los estribillos pegadizos, las explicaciones oportunas y, sobre todo, la dulzura de una voz tan cálida como auténtica pronto inflamaron el ambiente del Zalacaín cautivando a todos los asistentes. Era imposible entrar en el Café y no quedarse mirándola. Era imposible escuchar y no quedarse escuchándola. Así, mientras se deslizaban las canciones con sorprendente agilidad, la atención entre la concurrencia terminaba cristalizando en un respetuoso silencio de admiración que no se quebraba más que para prorrumpir en aplausos al cesar las vibraciones de las notas en el aire.

La excelente On s´ra pas beaux quand on s´ra morts, la popular De la douceur, la evocadora On se déçoit, la simpática Ex… Qui?, la alegre Te quiero.com y la definitiva Mon fan nº 1 fueron hitos de especial resonancia en el rico concierto de Maskarine. Canciones de amores pasados recordados con gracia e ironía; canciones evocadoras donde lo onírico se mezcla con la realidad cotidiana; canciones reflexivas en las que el razonamiento cede a la idea feliz; canciones descaradas y profundas, frívolas y tiernas… El repertorio de Maskarine se desplegó como una completa escala de variados colores, tonos y temas hilvanados con el mimo de un artesano para lograr el efecto deseado. Las colaboraciones del mencionado Juanfran Esparza, que cantó junto a Karine una canción propia, o la de Dammy M.C., que cantó en De la douceur, aportaron variedad al ya de por sí entretenido espectáculo.

Cuando al filo de la 1:00h se puso fin al concierto, una importante cola se formó en torno al pequeño escenario del Zalacaín para saludar a los músicos y adquirir el esperado CD de Maskarine. Las sensaciones entre los asistentes no podían ser más satisfactorias. Por mi parte, que había vivido el espectáculo desde una cómoda posición justo en la última mesa del local, sólo pude acabar constatando la calidad y la belleza de lo presenciado. 

Bosco hace vibrar el Café Zalacaín

Vie, 13/02/2015 - 22:34 -- Miguel Casas

En la noche de ayer, a eso de las diez y media, ya se podía adivinar en plena calle Villar un goteo constante de gente dirigiéndose a un mismo lugar. Bajo el frío nocturno, y envueltas en abrigos oscuros, las siluetas, que formaban pequeños grupos animados en conversaciones diversas, caminaban hasta detenerse frente a la puerta del Café Zalacaín, donde un cartel anunciaba a las once el concierto que las atraía a su interior, el concierto de Bosco.  

En el interior del local, el ajetreo y el bullicio ya eran muy notables quince minutos antes de la hora fijada para la actuación. Vinos, cervezas, refrescos y cafés se despachaban con frenética agilidad para amenizar la espera de la concurrencia. Con las mesas ocupadas, la barra llena, y los pasillos del salón colmados por un público expectante y entretenido, al filo de las once el ambiente acabó mostrándose más que propicio para que diera comienzo la función.

Y así, con David Moretti a la cabeza, y con sorprendente puntualidad, la banda, en formación de trío, se presentó apenas pasada la hora señalada sobre el escenario del céntrico café murciano para embarcarnos a todos, soltar amarras y zarpar en un mágico y místico viaje musical a través del tiempo y del espacio. Desde el principio, gracias a un inspirado arranque instrumental de más de seis minutos en el que se fundió el primer tema, Bless me, los músicos consiguieron crear la evocadora atmósfera deseada a base de tambores, timbales, xilófono, órgano, guitarra y juegos de voces que resonaron como ecos de antiguos ritmos tribales hasta embriagar la sala y captar la incipiente atención del público.

Para introducir los temas Piper y New Pire el carismático Moretti recurrió a las citas de William Blake y Posidipo de Pela, y a las alusiones a “los pastores”, que habrían de remitirnos directamente a la poesía pastoril y bucólica de la Antigüedad Clásica y al mito de la Edad de Oro en los que Bosco ha encontrado una fuente de inspiración inagotable. Ritmos étnicos, pasajes folclóricos, melodías sugerentes, y letras que alternan inglés y español fueron usados magistralmente por la banda para transportarnos a un escenario natural y primitivo, puro y esencial, en el que pudimos imaginarnos cantando y bailando en torno a una hoguera mitológica bajo un cielo atemporal, nocturno y estrellado.

A continuación fue el turno para Tejido cósmico y, posteriormente, para Babadihno, un tema cantado por el guitarrista de la banda, Jesús Fictoria, en portugués y que constituyó todo un alarde de cambios de ritmo, juegos de voces y solos instrumentales que lograron acompasarse con asombrosa armonía para deleite de un público que ya rompía a bailar en diversos sectores del local. Tras Little girl lost llegó Aura, una nueva canción compuesta íntegramente en español que destacó por su elaborada letra y por sus exigencias tonales.

Pasado el ecuador del concierto tuvo lugar el acontecimiento más sorprendente de la velada, la subida al escenario de Esther Fictoria, hermana del guitarrista de la banda, para cantar La Planicie, poema musicado del poeta boliviano Rubén Vargas. Si es cierto que la actuación de Esther fue acogida con ciertas reservas por el público merced a los juegos de voces a los que ésta se entregó al principio de la canción, no es menos cierto que, conforme fue avanzando la interpretación, la cantante logró destaparse como una extraordinaria vocalista capaz de plasmar toda una variedad de registros de gran dificultad de ejecución sobre una música apenas sugerida en una leve cadencia. Sinuosa, cautivadora y febril, La Planicie se convirtió por derecho propio en uno de los hitos del concierto brillando con luz propia y proporcionando a su cantante una de las ovaciones más cerradas de la noche.

A partir de entonces el concierto cambió de tercio y se encaminó hacia su recta final con una sucesión de cuatro temas destinados a acabar la velada con los ánimos por todo lo alto. Así, si la pegadiza Escucha la luna hizo que el respetable se arrancara a cantar a coro, las animadas Viimeistä Paivää y Vanitá di vanitá hicieron que el baile y el ambiente festivo se extendieran por todo el local justo antes de que estallara la locura con El timón, una canción de estilo popular griego cuyo estribillo: “voy a exprimir el mosto de la vida” se ha convertido ya en uno de los himnos más coreados de esta joven banda murciana.

Para los bises, el grupo se dejó otra de sus canciones más celebradas, Children of the island, un reggae cantado en inglés y español de lo más pegadizo y bailable que hizo las delicias de un público definitivamente entregado en todos los sectores de la sala. Al final, a eso de las doce y media de la noche, el grupo acababa poniendo punto final a su actuación saludando a los espectadores y agradeciendo su presencia mientras éstos despedían a los músicos con generosos aplausos y sinceras expresiones de satisfacción.

Como conclusión, queda reconocer lo notable del espectáculo ofrecido y sobre todo destacar la calidad y la versatilidad de una banda que en sus recitales trasciende lo meramente musical para adentrarse en los terrenos de la literatura clásica, la poesía lírica y la representación teatral. Y es que el mérito de Bosco radica en que, bebiendo de fuentes tan aparentemente alejadas de nuestros tiempos como Teócrito, Virgilio, el Romancero español, los cuentos populares, o el Romanticismo alemán, logran armar una propuesta musical ágil, novedosa, exótica, divertida y atractiva para un público actual. En definitiva, más que un concierto, una ceremonia musical panteísta y epicúrea basada en la fusión de estilos que van desde el jazz al reggae, o desde el folclore al rock experimental.

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Dani Serrano anima el Café Zalacaín a ritmo de flamenco

Mar, 02/02/2016 - 01:14 -- Miguel Casas

Este sábado, y a una hora tan poco usual para un concierto como las 20:15, se presentó en el Café Zalacaín Dani Serrano; un joven cantautor de alma flamenca tras cuyos pasos andábamos desde hacía tiempo con el objeto escuchar su música. Así, llevados por el deseo de conocer y dar a conocer que nos caracteriza, no dudamos en aprovechar la ocasión y plantarnos en el céntrico local barojiano para tomar buena nota de cuanto ocurriera.

Ya dentro del Café -y no sin sorprendernos por la estimable concurrencia que ocupaba las mesas del salón a pesar de la hora- conseguimos encontrar un buen sitio desde el cual ver cómo Dani Serrano –guitarra y voz- se preparaba para dar comienzo a su actuación acompañado por, la también cantautora, Blanca Cremades al piano.

De esta forma, con los acordes de la guitarra de Dani acompasándose armónicamente con las notas del piano de Blanca, el espectáculo arrancaría a base de medios tiempos en los que el aire flamenco se apreciaría más por el tono de la voz rasgada de Serrano que por los ritmos de los temas, más cercanos al pop melódico de inspiración romántica.

Sin embargo, hacia la cuarta canción, y tal y como el propio Dani anunció, el concierto fue a dar un giro para animarse súbitamente gracias a composiciones en las que se fundirían de manera más que interesante las estructuras clásicas de la canción pop con los ritmos más vitales del flamenco. Buena cuenta de este estilo darían temas como Y voy sintiendo o Tus besos, que sonaron antes de que Dani Serrano le cediera el protagonismo a Blanca Cremades para que ésta interpretara Guerra y paz y Polos opuestos.

Ya con Dani Serrano de nuevo sobre el escenario, volveríamos a dejarnos llevar por las melodías más suaves y las letras más íntimas de la mano de No ha dejado de doler antes de que el cantautor trajera un tema de Jesús Cutillas, Karma, que llamó la atención por lo marcado de su ritmo, por su estribillo contagioso y por unos arreglos de piano más que acertados.

Así, con el público cantando y agitando las palmas, desembocamos en una rápida, pero variada, recta final en la que pudimos escuchar un sincero canto a la tierra con Murcia, un pasodoble elegante y pegadizo con Es lo que es, y un flamenquito nervioso y apasionado con Quema, canción con la que, sobre las 21:45h, Dani Serrano puso fin a una actuación que nos dejó, definitivamente, con ganas de más.

Maskarine, dos años después en el Café Zalacaín

Mar, 15/11/2016 - 08:36 -- Miguel Casas

Como si hubiera pasado un suspiro, en lugar de dos años y ciento cuatro crónicas musicales desde que la vimos por primera vez -precisamente en el Café Zalacaín-, este sábado recorrimos las mismas aceras por las que pasamos el 5 de noviembre de 2014 para acercarnos al céntrico café murciano de la calle Enrique Villar con el fin de presenciar una nueva actuación de Maskarine.

Así, ante un salón que luciría un aspecto más que aceptable, pese a que la hora marcada para el comienzo del concierto eran las 21:00h, la cantautora francesa, acompañada por su fiel guitarrista, Pitxu Méndez, levantaría el telón de la velada haciendo sonar Itinéraire bis antes de deslizar dos temas como Tu me perds y Vague éclair, pertenecientes a su primer trabajo de estudio, “Bouts de moi, bouts d´émois”.

Sin embargo, a pesar de que las canciones incluidas en ese álbum debut de Maskarine habrían de tener un peso notable a lo largo del recital, la cantante gala no renunciaría a introducir temas de nueva creación que, como Dans tes bras de pasage, ¿Para qué sirve ser un sol? o La page blanche, acabarían integrándose a la perfección en un repertorio en el que, además, no faltarían piezas tan celebradas como De la douceur, Te quiero punto com, Ex… Qui?, Chien et chat, o Mon fan nº 1.

De este modo, llevados por las guitarras siempre delicadamente acompasadas de Lefebvre y Méndez, el concierto de Maskarine avanzaría ágil y animado en lo estrictamente musical, pero también pleno de guiños de complicidad lanzados entre canción y canción al público en forma de reveladoras introducciones y de divertidas clases de francés a través de las cuales la cantautora mostraría sus buenas aptitudes como docente.

Ya concluido el recital entre aplausos, como en 2014, esta vez tampoco pudimos salir del Café sin felicitar a la cantante por el espectáculo ofrecido ni felicitarnos a nosotros mismos por haberlo vivido. Y es que la compositora francesa, tras nueve años en Murcia, no ha hecho sino afianzarse como una de las voces más reconocibles y apreciadas de la fértil escena Regional ganándose, de esta manera, el derecho a ocupar un lugar de privilegio entre nuestros músicos más queridos.

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Blanca Cremades ilumina con su voz y sus gestos el Café Zalacaín

Lun, 09/01/2017 - 08:31 -- Miguel Casas

Aún con las luces vistiendo de Navidad las frías calles de la incipiente cuesta de enero, este primer sábado de 2017, lejos de quedarnos en casa al calor del brasero, decidimos acercarnos al céntrico Café Zalacaín para levantar el telón musical del año nuevo en Murcia dando cuenta del concierto de Blanca Cremades: pianista y cantautora de reconocida trayectoria que, para esta cita, contaría con la compañía del guitarrista Abel Laborda.

Así, ante una notable concurrencia que, a pesar de las fechas y del horario, llenó las mesas del popular café literario, a eso de las 21:15h, la cantante iniciaría su espectáculo interpretado sola al piano tres temas entre los que destacarían Bésame piano, delicada y rotunda balada que bien podría sonar en cualquier emisora de radio, y Polos opuestos, luminosa declaración de amor dedicada al también músico Daniel Serrano, pareja de la cantante.

A continuación, y ya con Abel Laborda, guitarra en mano, abordando la cubierta del Zalacaín, Blanca Cremades dirigiría su concierto hacia una fase en la que alternaría temas de factura propia, como Hauted by you o Cobardes, con versiones como Cuando los sapos bailen flamenco, de Ella baila sola, o When Susannah cries, de Spen Lynd, con la que la cantante logró emocionar al público al atreverse con su interpretación a capela.

Justo entonces, y aún con los generosos aplausos con los que el respetable reconoció la entrega de Cremades resonando en el ambiente, llegaría la sorpresa de la velada cuando ésta le cedió el escenario a Miguel Ángel Delgado, cantautor granadino afincado en Murcia, para que éste tocara a la guitarra dos temas propios –Yo maté al ruiseñor y El mundo en la boca- que sirvieron como anticipo del concierto dará junto a su banda el 28 de enero en la Sala Musik en la que será la presentación de su primer disco.

Recuperado el protagonismo cedido, Cremades y Laborda reanudarían su recital para afrontar la recta final del mismo haciendo sonar piezas en las que brillarían, por un lado, la voz siempre dulce y cálida de la cantante y, por otro lado, la precisión y la sobriedad del guitarrista. De este modo, con el piano y la guitarra acompasándose a la perfección, llegarían temas tan inspirados como Guerra y paz, Qué decir o Doblemos el mapa para redondear una velada que concluiría a las 22:30h entre aplausos y agradecimientos.

Y así, felicitándonos por haber tenido el honor de abrir en lo musical este 2017 con el concierto de Blanca Cremades, conforme abandonamos el Café Zalacaín, no pudimos, recordando el bonito gesto que la cantante tuvo para con Miguel Ángel Delgado, evitar concluir que ese espíritu navideño, que ya hoy habrá amanecido muerto para tantos, quizá podría durar todo el año si comprendiéramos que la competitividad solo debería enfocarse hacia uno mismo y que hacia los demás solo debería caber la fraternidad.

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Íntimo y excelente

Crear: 10/30/2017 - 00:18

Cuando se juntan en un mismo evento poesía y música, la velada planea ser mágica. Pero si todo se enmarca en el clásico local murciano Zalacaín, la noche pasa a ser algo mucho más importante. Miguel Ángel Delgado reunió a un buen número de seguidores para ofrecer su nuevo trabajo, “El mundo en la boca”.

Abrió el concierto el prometedor cantautor Pedro Quílez; joven músico aparecido recientemente en la escena de la Región con un presente atronador y un futuro aún más brillante. Tras él entraron en escena, como si de un interludio teatral se tratara, el poeta Pedro Teruel y el ya nombrado Miguel Ángel Delgado ofreciendo una suerte de poemas musicalizados y de canciones recitadas. Repertorio repartido entre ambos y de cosecha propia. Veinte minutos después, fue Delgado quien cogió su guitarra, se colocó la armónica en el cuello y comenzó a cantar como sólo él sabe hacer. Con un estilo tan personal como reconocible, fue combinando temas de su disco con canciones nuevas y listas para ser grabadas en estudio. No faltó en su listado de canciones el guiño a coplas bunburyanas y dejó caer con elegancia Apuesta por el rock and roll.

Hacía tiempo que el cantautor granadino no se dejaba ver por tierras murcianas y la concurrencia se lo agradeció coreando sus canciones y aplaudiendo efusivamente cuando acababa cada ejecución. Delgado es un músico curtido en los escenarios de todo el país, lleva el tiempo suficiente componiendo y cuando toca su guitarra no sólo le logra sacar magníficos sonidos, sino que la acaricia de tal modo que hipnotiza. Hacía tiempo que un concierto tan íntimo no se convertía en un acontecimiento tan brillante y tan bien ejecutado.

Con muy buenas maneras, Zalacaín sonó a Bob Dylan, a Bunbury, a Cohen y a Quique González. Pero sobre todo se escuchó a un cantante con temas marca de la casa, reconocibles a la primera escucha, y repletos de poesía en sus letras. Hacía tiempo que la música y la poesía no se daban la mano de un modo tan armonioso y cautivador. Es de agradecer el entusiasmo con el que se preparó el concierto del pasado sábado. Da gusto salir de un local canturreando las canciones escuchadas, silbando las melodías y con un buen disco en la mochila. Lo íntimo se hizo excelente.

 

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