Santo Ángel

Danza Invisible pone a bailar a Murcia a este lado de la carretera

Crear: 07/15/2019 - 03:07

Pasando bajo el cartel luminoso que daba la bienvenida a Santo Ángel, ya caída la noche desembocamos este sábado en la popular Plaza del charco de la pedanía murciana dispuestos a vivir sus fiestas de primera mano y a dar buena cuenta del que estaba programado como su principal evento cultural: el concierto de Danza Invisible.

Así, a pesar de tratarse del mes de julio y de tener la playa a tiro de piedra, serían cientos las personas que no dudarían en quedarse a este lado de la carretera para disfrutar de una velada que prometía diversión y buen ambiente a raudales gracias a la actuación de la que es una de las bandas de pop más celebradas y queridas en España desde que acuñara sus primeros éxitos en los dorados años 80.

De este modo, ya sobre el escenario que dominaba el amplio patio del CEIP Santo Ángel, los seis integrantes de Danza Invisible con el mítico Javier Ojeda a la cabeza arrancarían su recital ante más de mil espectadores haciendo sonar Al amanecer; tema extraído de su primer LP “Contacto interior”, editado en 1983. En consecuencia, poniendo a danzar visiblemente al respetable desde los compases iniciales, la banda malagueña brindaría un repertorio que, como una lujosa retrospectiva, iría ofreciendo un certero repaso a su trayectoria.

Por tanto, alternando canciones tan conocidas como Catalina, Reina del Caribe o Por ahí se va con otras como Vida pasajera, Un lujo a tu alcance o la deliciosa adaptación al español del tema de Van Morrison, Bright side of the road, el recital avanzaría con paso firme siguiendo los pasos siempre inquietos de un Javier Ojeda que se mostraría, como de costumbre, pletórico quemando las suelas de sus zapatos sobre el escenario… y -de hecho- también bajo el escenario, cuando descendió hasta la pista para cantar entre el público Sabor de amor.

Finalmente, disfrutando y haciendo disfrutar de su espectáculo como solo los mejores saben hacer, Ojeda y su magnífica banda culminarían el concierto levantando sus copas y brindando con El club del alcohol para ponerle el colofón a una velada en la que, una vez más, el cantante reivindicaría el derecho a la diversión; el derecho a divertirnos juntos y en armonía. El derecho, en definitiva, a convivir, a entendernos y a avanzar en sociedad. A este, y al otro lado de la carretera.

 

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