En las ciudades hay lugares especiales, que atraen nuestras miradas y captan nuestra atención en silencio. A veces son cafés o bares, teatros o bibliotecas, salas de exposiciones o simples callejas. A veces son hermosas iglesias o céntricas plazuelas. Pero, a veces también pueden ser tiendas, cuando aquello que ofrecen en su interior tiene el poder de encantar nuestros sentidos, excitar nuestra imaginación o despertar nuestros recuerdos y, así, trascender lo puramente material.
En Murcia existe lugar de ese estilo a la espalda del campus de La Merced, en la esquina achaflanada que forman las calles Doctor Fleming y San Carlos, en pleno corazón de las tascas. Se trata de un comercio de objetos de segunda mano -de aspecto colorido y alegremente decorado- donde la ropa es el principal reclamo, pero donde también -hacia el fondo y bajo un gran ventanal- los centenares de vinilos que acumula clasificados, con cuidado, por épocas y géneros lo han terminado por convertir en refugio y lugar de encuentro de músicos y melómanos.
Por eso, cuando este pasado sábado 8 de noviembre Locoloco Vintage -que así se llama el sitio- celebró su quinto aniversario pocos serían entre la nutrida audiencia los que se sorprenderían de que una simple tienda fuera capaz de armar, más que una fiesta, todo un festival en el que se dieran cita nombres tan reconocidos como los de Noise Box, The Yellow Melodies, Marcelo Criminal, Loganz, Higinio, o Guille Solano entre otros, y, además, guardarse bajo la manga un as que acabaría siendo demoledor bajo el sugerente reclamo de “artista sorpresa”.
Así, a eso de las 12:45 y con un ambiente del todo agradable a las puertas y en el interior del local, la banda murciana El Otro Paraíso, formando con Marian Sanz a la voz, Taewon Choe a la guitarra y José Ángel Hernández al cajón, sería la encargada de abrir la esperada jornada matinal de microconciertos acústicos en el umbral de Locoloco Vintage para empezar a hacer las delicias de un público que, además, estaría repleto de caras conocidas del mundillo musical, como las de Jam Albarracín, Claudia Orellana, José C. “Negro”, Canito o Paco Urbano entre otras.
Más adelante, mientras Jesús Cobarro y Bienve Campoy ponían toda la carne en el asador para brindar una breve, pero intensa, actuación en la que ofrecerían varias certeras pinceladas de su más reciente disco, Daño, muchas serían las miradas que, discretamente, acompañarían a Rafa Val y a Alberto Cantúa desde la calle, donde charlaban distendidamente y sin agobios, hasta el interior de la tienda, donde acabarían tomando posiciones para, una vez concluida la actuación de Noise Box, terminar de descubrirse como la gran sorpresa al grito de ¡Viva Suecia!.
De este modo, provocando súbitamente una extraordinaria expectación que llenó de golpe la tienda y causó un notable revuelo en la calle, aunque sin gritos ni carreras ni empujones, los dos músicos arrancarían a las 13:40 su concierto haciendo sonar a dos guitarras la rutilante “Dolor y gloria”, canción extraída de su nuevo álbum, Hecho en tiempos de paz, con la que el público se entregaría cómplice en los coros antes de acoger con semejante gozo “Deja encendida una luz”, tema que daría al precioso momento la pausa precisa para saborearlo como se merecía.
A continuación, pisando de nuevo el acelerador, Val y Cantúa interpretarían esa joya titulada “Justo cuando el mundo apriete” para poner a cantar una vez más al público, y casi a los conductores que en la calzada aminoraban el paso de sus coches a la altura del local. Entonces, afrontando el final que, necesariamente, habría de ser fugaz, los músicos de Viva Suecia volverían a acompasar el ritmo de su recital con la sentida “Hablar de nada” antes de culminar -como mandan los cánones del rock- por todo lo alto su actuación con la enérgica “Mala prensa”.
Más adelante, a eso de las 14:10, los conciertos se reanudarían tras el ciclón de Viva Suecia con Loganz, o, lo que es lo mismo, Álvaro del Campo, quien lograría recuperar el pulso de la matinal gracias a su ímpetu y a la calidad de canciones como “No quiero”. A partir de ahí, Higinio, Marcelo Criminal, Guille Solano y los siempre estimulantes The Yellow Melodies, serían los encargados de mantener viva la llama del cumpleaños feliz y confirmar que, ante todo, lo que hace especiales a los lugares son las personas que los habitan y los comparten.
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