Andrés Calamaro, con el rock por montera en Murcia

Crear: 06/16/2019 - 23:17

Emulando el lleno que le dedicó hace cinco años, este sábado el Auditorio Parque Fofó volvió a vestirse de gala para recibir a un Andrés Calamaro que –tal y como recordó: “en su temporada número veintiocho en España”- regresaría a Murcia traído por la gira de presentación de su último disco de estudio: “Cargar la suerte”; meritorio trabajo cuyo título ha conectado por sus referencias taurinas y su evidente parecido con “Buena suerte”; precisamente, aquel primero de Los Rodríguez con el que el argentino comenzó a forjar su leyenda en nuestro país.

Así, con el ambiente de las grandes ocasiones llenando de expectación el recinto, el esperado recital de Calamaro arrancaría a eso de las 23:00h con los rotundos acordes de Alta suciedad atronando y elevándose orgullosos al cielo de la noche murciana para saludar y dar la bienvenida a un respetable que disfrutaría, a continuación, de un tercio inicial de concierto en el que serían especialmente coreadas canciones como Verdades afiladas –primer sencillo del nuevo álbum- A los ojos, La parte de adelante, Las oportunidades o Falso Louis Vouitton.

De este modo, presidiendo una puesta en escena marcada por la sobriedad –sin adornos ni complejos efectos de luces ni amplias pantallas- y sentado a los mandos de un piano que solo abandonaría en ocasiones puntuales para cantar -al natural- micrófono en mano, Andrés Calamaro dirigiría con sobrada solvencia el devenir de un concierto que atravesaría su ecuador acompasando su ritmo al son de temas como Los aviones, My mafia, Crímenes perfectos o Estadio Azteca; canción, esta última, que señalaría el comienzo del final de la velada.

Entonces, con el público poniéndole masivamente los coros a la emocionante Los chicos, el recital avanzaría con paso firme hacia su fase decisiva ofreciendo una sucesión de éxitos tales como Sin documentos o Paloma, y, ya en el bis, Flaca y Me estás atrapando otra vez para cerrar por todo lo alto un repertorio de veinticinco canciones y un espectáculo de una hora y cuarenta y cinco minutos en el que se mostrarían brillantes German Wiedemer a los teclados, Mariano Domínguez al bajo, Julián Kanevsky a la guitarra y Martin Bruhn a la batería.

Por eso, por el delicioso recital brindado y por el crucial valor de esas cuatro décadas de carrera repartidas a un lado y a otro del océano Atlántico, finalizado el concierto el público murciano -y el llegado a Murcia desde cualquier rincón del planeta- le tributaría una sonora ovación que se alargaría durante varios minutos a ese cantante de deslenguada lengua popular que afila verdades con brutal honestidad, a ese torero de Fierro que un día -hace no tanto- decidió ponerse el rock por montera para hermanar al viejo y al nuevo mundo al calor de su arte y de su canto.

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