La Orquesta Mondragón

Satanás y La Orquesta Mondragón andan sueltos por Cieza

Crear: 08/28/2017 - 05:35

A la carrera, como un par de blues brothers al ritmo de Peter Gunn Theme, este pasado sábado atravesamos las estrechas y adoquinadas calles del centro de Cieza para presenciar el concierto que la Orquesta Mondragón, con el siempre excéntrico, divertido y genial Javier Gurruchaga a la cabeza, estaba a punto de comenzar en una Plaza de España que luciría sus mejores galas para la ocasión.

De este modo, a eso de las 23:00h y con más de tres mil personas llenando el recinto urbano al calor de la fiesta popular, la Orquesta, que lleva en activo desde 1976, desplegaría lo mejor de sí misma para presentar “Anda suelto Satanás”; disco de duetos editado durante el pasado 2016 con el que la formación celebró su 40 aniversario revisando diez de las más conocidas canciones de su repertorio.

Así, con Javier Gurruchaga entonando su mítico “ladies and gentlemen” como infalible grito de guerra, la banda arrancaría su recital interpretando Garras humanas para conjurar a todos esos personajes que, como los domadores, las trapecistas, los enanos, las coristas, los forzudos y las bailarinas del mayor espectáculo del mundo, inspiraron desde sus comienzos a la Orquesta Mondragón. De esta manera, convertido en maestro de ceremonias, Gurruchaga desplegaría todo su encanto para atraer al público –“pasen y vean”- y, de paso, encender ese Corazón de neón que late dentro de todos aquellos que, como nosotros, no concebimos un paisaje ni un lugar más estimulante para vivir que el de una ciudad.

Sin embargo, más allá de su repertorio propio, la Orquesta pronto comenzaría a alternar sus temas con algunos clásicos del blues, el pop y el rock and roll que, hábilmente presentados y explicados, marcarían aún más el carácter de recorrido histórico del espectáculo musical. Así, canciones como Stand by me, de Ben E. King; Imagine, de John Lennon; o Roadhouse blues, de The Doors, se irían sucediendo junto a Caperucita feroz, Anda suelto Satanás, I wanna dance o Bon voyage para trazar la ruta de un viaje fantástico que, quizá por citar con excesiva ligereza a Belcebú, quizá por no haber dotado al escenario de tejado, se vería interrumpido a causa de una débil lluvia que hizo que dejara de funcionar el sonido tras una hora de concierto.

Entonces, mientras los músicos se retiraban a los camerinos y los técnicos se afanaban por proteger con plásticos los equipos, la mayoría del público, mucho menos preocupado que aquellos, optaría por refugiarse sin prisa, pero sin pausa, dentro de los locales y bajo los aleros que salpicaban la plaza. Más adelante, cuando después de quince minutos de chispeo las tímidas gotas dejaron de caer, los que se habían guarecido regresarían lentamente para, uniéndose a los muchos que permanecieron en la plaza, aguardar juntos de nuevo la reanudación de un concierto que, tras largos momentos de incertidumbre, tardaría en total cincuenta minutos en retomarse.

Así, debiendo hacer un esfuerzo extra para volver a empezar el concierto con la intensidad y la precisión con las que se estaban entregando cuando quedó suspendido, los músicos, ya sobre el escenario, mediante una batería final de temas entre los que destacarían Viaje con nosotros, Ponte la peluca y Lola, Lola, no solo lograrían salvar una velada que había quedado herida de muerte, sino que la resucitarían hasta hacerla culminar por todo lo alto al poner a cantar y a bailar a un público que despidió a la Orquesta Mondragón a la 1:20h. Es decir, tras cincuenta minutos de parón obligado y una hora y media de espectáculo musical de auténtico lujo. 

 

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