Magnetik Surf

Magnetik Surf: érase un niño a una guitarra pegado

Dom, 28/06/2015 - 14:21 -- Miguel Casas

En la noche del viernes y con motivo de las fiestas patronales de la pedanía murciana de Espinardo, tuvo lugar en la urbanización Joven Futura el concierto de Magnetik Surf, una joven banda de rock radicada en Caravaca cuyo principal atractivo es el de contar entre sus miembros con Austin Slack, un jovencísimo guitarrista de padres ingleses y acento murciano que a sus quince años ya ha tocado con músicos de la talla de Ian Parker, Iván Ferreiro, Santiago Campillo o Miguel Bañón entre otros.

Así, animados por el deseo de conocer a este prometedor valor hispano-sajón y su propuesta sonora, decidimos acudir a la Plaza Open Futura a eso de las 22:00h para vivir un concierto de rock sin escenario ni barreras y absolutamente abierto a todos los públicos. Y lo que tuvimos ocasión de presenciar, una vez que llegamos al lugar del espectáculo, fue a una banda bien conjuntada, muy solvente en lo instrumental, y en la que vinieron a destacar, sobre todo, los más que estimables punteos de Austin, apodado El niño magnético,  y la versatilidad vocal del cantante.

De esta forma, casi rodeados por un público dentro del cual llamó la atención la nutrida presencia de niños en las primeras filas, Magnetik Surf fue desgranado un repertorio basado casi exclusivamente en versiones de grandes clásicos del folk, el blues y rock inglés y americano como The house of the rising sun, canción popular americana de autor desconocido; Stand by me, de Ben E. King; Honky tonk women, de los Rolling; Sweet home Chicago, de Robert Johnson; o Knokin´ on heaven´s door, de Dylan, que sobresalió entre todas por la forma tan propia que la banda tuvo de interpretarla: al principio estilo reggae y hacia el final como un desaforado rock and roll.

Sin embargo, a pesar de que la velada en líneas generales resultó interesante y agradable, también debemos reconocer que el espectáculo musical no llegó a satisfacer plenamente porque la banda no logró a conectar casi en ningún momento con el público. Y es que, si consideramos que lo más importante de la música popular –a diferencia de la música académica- no es deleitar mediante el virtuosismo, sino alcanzar un grado lo más alto posible de comunicación con el público, entonces debemos concluir que Magnetik Surf careció de lo más importante por culpa de dos factores: la elección del repertorio y la actitud de sus miembros y, en particular, de su cantante.

Sobre el primero de los factores aducidos tenemos que decir que, pese a la indudable calidad de los temas elegidos, éstos, al ser –salvo No puedo vivir sin ti, de Los Ronaldos-  exclusivamente foráneos y cantados en inglés, no pudieron ser ni entendidos ni coreados por el público, como en un concierto de versiones habría sido lo más deseable. Además, otro error aún peor dentro de este apartado fue el de la inclusión del tema Cocaine, de Eric Clapton; una canción que ante un auditorio poblado de familias con niños se antojó de lo más improcedente, aunque, como hemos dicho y por suerte, ninguno entre los más pequeños entendiese la letra.

Sobre el segundo de los factores señalados arriba, debemos apuntar que tampoco acertamos a comprender la actitud lánguida, fría y distante de la banda, y particularmente de su cantante, sobre todo porque en esa noche del viernes en la coqueta plaza Open Futura y ante un público cercano, atento y respetuoso se dieron unas circunstancias de lo más propicias para haber ofrecido un espectáculo mucho más cálido y cómplice de lo que Magnetik Surf ofreció. Y es que el cantante no tuvo ni guiños para con el respetable ni realizó introducciones explicando el sentido de las canciones y, para colmo, cuando realizó alguna fue sólo para destacar el lado más rancio, turbio y fatal del rock.

En resumen, aunque la velada fue, como dijimos, interesante y agradable, también debemos concluir que resultó poco satisfactoria por la sensación de oportunidad perdida que Magnetik Surf dejó para, adaptándose a las circunstancias, haber conectado con un público familiar, infantil y, en general, poco habitual de conciertos de rock.

Pero volviendo al motivo principal que nos llevó hasta la plaza Open Futura: el de conocer al joven Austin Slack -niño magnético de figura frágil, rostro tierno, y manos ágiles y precisas-, debemos, para ser justos, en primer lugar, eximirle de los errores anteriormente expuestos por ser achacables, sin duda, a los miembros más adultos de su banda; y, en segundo lugar, certificar no sólo la capacidad y la preparación que demostró poseer, sino también la seguridad y la serenidad que exhibió para solventar los leves desajustes técnicos airosamente y acabar brindando un concierto prácticamente impecable.

Sobre Austin Slack, lo más normal será que tengamos que volver a hablar más pronto que tarde para dar cuenta de los hitos que vaya alcanzando en su carrera. Y lo cierto es que desde murciocio.es estaremos encantados de hacerlo porque, por su juventud y sus condiciones, nos ha traído al recuerdo la figura de uno de los más grandes del rock hispano-americano: un tal Ariel Rot, que con quince años montó a mediados de los 70 un grupo llamado Tequila.

Por supuesto, si nombramos al gran Ariel, no es para abrumar a nuestro joven Austin con su ejemplo, sino para sugerirle que a la hora de desarrollar su carrera tenga en cuenta que en él pueden converger dos tradiciones musicales de largo recorrido y semejante riqueza: la anglosajona y la hispana. Por esto, si el niño magnético es capaz de recorrer su propio camino sin renunciar a ninguna de las influencias de estos dos universos musicales, creemos que podremos estar, en el mejor de los casos, como compositor, ante uno de los grandes, o, en el peor de los casos, sólo como guitarrista, igualmente, ante uno de los grandes. Ojalá que tenga la mayor de las suertes y lo logre.

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