Breve Historia de los Teatros de Murcia (IV)

Mar, 18/11/2014 - 10:00 -- MCC

Continuaremos ahora nuestro camino por los demás teatros de la ciudad, aunque eso sí, sin perder de vista al recién inaugurado teatro de los Infantes, ya que volveremos sobre él de manera puntual para dar cuenta, cronológicamente, de sus hitos más importantes. Pues bien, aclarado esto, hablaremos ahora de tres teatros que iniciaron sus actividades en años consecutivos. Nos referimos al teatro del Círculo Industrial, que comenzó su trayectoria hacia 1867; al teatro del Comercio, que se inauguró en 1868; y al teatro de la Juventud, que abrió sus puertas en 1869.

 

Panorámica de lo que fue la plaza de los Gatos,  lugar donde se halló el teatro del Círculo.

Sobre el Círculo tenemos que decir que era una asociación de ciudadanos pertenecientes a diferentes sectores económicos de Murcia y que, aunque este grupo ya existía en 1862, no fue hasta 1867 cuando comenzó sus actuaciones artísticas en un salón dotado de 264 butacas y ubicado en un edificio que daba a la antigua plaza de los gatos, es decir, lo que hoy es la calle Fernández Caballero.

 

Vista de la plaza Joufre, donde estuvo el teatro del Comercio.

Sobre el teatro del Comercio podemos decir que fue regentado por una sociedad de aficionados al arte dramático integrada mayoritariamente por dependientes de comercios radicados en la ciudad. Esta sociedad  se estableció en un pequeño local cuyo salón usaron sus miembros como modesto teatro. Dicho edificio estuvo ubicado en la plaza de Joufré, junto a la céntrica calle de Platería.

 

Vista del comienzo de la  antigua calle de Lucas.

Por último, sobre el teatro de la Juventud diremos que fue el resultado de una labor desarrollada por distintos artistas jóvenes de la ciudad cuyo fin era lograr la enseñanza gratuita universal, para lo cual se establecieron en un local de la calle de Lucas, el cual hoy podríamos situar en el algún lugar de las actuales calles Arquitecto Pedro Cerdán y Radio Murcia.

 

Vista del lugar que ocupó la posada del Malecón.

Paralelamente al azaroso transcurso de las actividades en estos tres pequeños teatros del Círculo Industrial, el Comercio y la Juventud; en el gran teatro de los Infantes tuvo lugar un hecho significativo en mayo de 1872, ya que el coliseo murciano pasó a llamarse Romea por aclamación de un pueblo de Murcia deseoso de rendir así homenaje póstumo a su gran actor. Por otra parte y cambiando de escenario, hacia 1873 fueron fechadas las únicas actuaciones que se dieron en un pequeño salón-teatro que existió en la posada del Malecón. Dicha posada perteneció al amplio centro conventual que tuvieron los franciscanos en Murcia, y su antiguo emplazamiento podemos situarlo actualmente en la cara norte del jardín del Malecón, a la altura del Mercado de Verónicas.

Volviendo a las vidas de los tres mencionados teatros del Círculo Industrial, el Comercio y la Juventud, debemos concluir que todos ellos tuvieron unas trayectorias artísticas irregulares y convulsas durante las breves etapas que estuvieron abiertos. El único de estos tres que logró dilatarse algo más en el tiempo fue el teatro del Círculo y, sin embargo, también conoció la alternancia de largos periodos de actividad con sonados parones, éxitos de público con crisis económicas, y buenos gobiernos con cambios de directivas. Por ello, a pesar del esfuerzo, a finales de 1877, es decir, diez años después de ofrecer su primera actuación, esta sociedad brindó su última función.

Más allá del cierre de ese pequeño teatro del Círculo Industrial, el suceso más importante de 1877 a nivel artístico en Murcia fue sin duda el incendio que sufrió el teatro Romea. Y es que el 2 de febrero las llamas destruyeron completamente la sala de representaciones del recinto, reduciendo así a cenizas los más de 14 años de vida que tenía el coliseo murciano. Sin embargo, a pesar de la conmoción que debió de producir este hecho en la ciudad, los trabajos de reconstrucción se iniciaron de inmediato bajo la dirección del célebre arquitecto Justo Millán. Como es comprensible, durante los tres años que duraron las obras en el interior del Romea, otros locales más pequeños se afanaron en suplir la ausencia del gran gigante doblegado.

 

Vista del actual MUBAM, donde antaño estuvo el Convento de la Trinidad.

Uno de estos teatros improvisados y provisionales que surgieron al calor de los rescoldos del Romea fue el de la Trinidad, que abrió sus puertas en la Navidad del mismo año 1877 y estuvo situado en la planta baja del convento del mismo nombre, es decir, en el lugar donde hoy se alza el museo de bellas artes de Murcia, en la calle Obispo Frutos. La vida de este pequeño local fue corta y poco intensa. A su cierre en 1880 contribuyeron de manera decisiva las reaperturas de dos viejos teatros: el Provisional y el Liceo.

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