Loquillo celebra en el Cuartel de Artillería de Murcia sus cuarenta años al pie del cañón

Crear: 10/23/2018 - 03:01

Gran expectación, la que se vivió este sábado en el Cuartel de Artillería de Murcia, donde más de seis mil personas se dieron cita para darle la bienvenida a “40 años de rock and roll actitud”; ambiciosa gira con la que Loquillo ha regresado una vez más a la primera línea de fuego con la intención de celebrar por todo lo alto sus cuatro décadas de exitosa trayectoria dentro de la música.

Así, llegando con un triple disco recopilatorio de cincuenta y cinco temas imprescindibles revisados y  remasterizados bajo el brazo, Loquillo lograría la proeza de volver a suscitar el interés masivo del público murciano por tercera vez en cuatro años y citarse con él en un recinto -el viejo espacio castrense-, que va camino de convertirse en el gran fortín de José María Sanz dentro de esta Región de Murcia que es irreductible bastión del rock español.

De este modo, aún con la amenaza de lluvia dibujada en el cielo con oscuros trazos, la música comenzaría a desafiar a los elementos a orillas del Segura a eso de las 21:00h, cuando la joven compositora Nat Simons se subió al escenario acompañada por su banda para abrir la velada presentando “Lights”; álbum editado a principios de 2018 en el que la madrileña profundiza en géneros como el pop, el folk y el rock para elaborar canciones como The way it is, Learning to fly o No one compares. En rigor, piezas tan redondas que llenarían de aplausos la plaza de armas del Cuartel.

A continuación, con el reloj marcando las 22:15h y el público clavando sus pupilas en el enorme escenario, todos los focos se encenderían de golpe al escucharse los acordes de Rock and roll actitud; rotunda declaración de principios con la que Loquillo arrancaría su recital apretando los puños con todas sus fuerzas antes de soltar amarras, izar su pabellón en colores negro y rojo sangre, largar velas y zarpar al frente de su bajel pirata con rumbo suicida hacia el centro de la tormenta que parecía cernirse, como una sombría espada de Damocles, sobre las cabezas de los espectadores.

Por tanto, sin tiempo que perder, Loquillo se lanzaría a surcar con voz poderosa y mano firme un primer tercio de concierto que estaría dominado por baladas tan reconocidas como Territorios libres, El mundo que perdimos, Cruzando el paraíso –tema que el cantante interpretaría junto a Nat Simons-, Brillar y brillar, El rompeolas, o Memoria de jóvenes airados. Entonces, afilando sus dientes sobre las tablas, el catalán decidiría acelerar el compás de la velada ejecutando una batería de canciones con las que pondría a bailar al respetable y entre las que destacarían Rock suave, El mundo necesita hombres objeto, Carne para Linda, El ritmo del garaje y El rey del Glam –versión en clave rock del clásico de Berlanga y Canut-.

Ya en el bis, que se desplegaría como un concierto extra de una hora de duración, Loquillo terminaría por quemar las naves con una imparable sucesión de éxitos de la talla de Madrid, Chanel, Cocaína y Don Perignon, El hombre de negro, Quiero un camión, Esto no es Hawai, Rock and roll star, Cuando fuimos los mejores y En el fin de los días justo antes de rendir un merecido homenaje a las bandas españolas de los años 60 que sentaron las bases del rock en nuestro país con la interpretación de Mi calle, de los barceloneses Lone Star.

Finalmente, mientras el Cuartel se rendía a Loquillo y a una banda de locura formada por Igor Paskual, Josu García y Mario Cobo a las guitarras, Laurent Castagnet a la batería, Alfonso Alcalá al bajo y "nuestro" Lucas Albadalejo al piano, la velada concluiría con el cantante lanzando sobre el tapete de la noche un trío de ases como Feo, fuerte y formal, La mataré y Cadillac solitario, y con el público rompiendo en aplausos tras más de dos horas y media de soberbio concierto, y treinta canciones de elegante y genuino rock and roll.

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