Breve Historia de los Teatros de Murcia (V)

Mar, 25/11/2014 - 08:00 -- MCC

Localización aproximada del “segundo” Provisional.

La segunda y última etapa del teatro Provisional –la anterior había transcurrido entre 1857 y 1864- echó a rodar hacia marzo de 1878 en un emplazamiento que aprovechaba el edificio que se estaba construyendo para los nuevos tribunales. Es decir, muy cerca de la localización anterior y siempre dentro de lo que hoy sería el complejo que forma la plaza de abastos de Saavedra Fajardo. Este teatro nació con la intención de ofrecer al público un local agradable al que poder asistir mientras terminaban las obras de reconstrucción del Romea. Sin embargo, tan loable propósito no pudo verse cumplido, ya que este nuevo teatro Provisional apenas sí duró un año abierto.

Por otro lado, la apertura de un nuevo teatro del Liceo fue posible gracias a la fusión del decadente Círculo Industrial con un emergente grupo de aficionados que pretendía crear un Liceo o un Ateneo en Murcia. Si el nuevo grupo aportó el empuje y el capital necesarios, el viejo Círculo aportó el local que poseía en la plaza de los gatos, no menos necesario para llevar a cabo el proyecto. Así, a principios de 1878 quedó constituida la flamante Sociedad del Liceo y ya en mayo comenzaron las funciones teatrales en el reformado salón que, como dijimos, hoy estaría en la calle Fernández Caballero. Lo cierto es que la vida de este nuevo Liceo tampoco resultó larga, apenas cinco años en los que se sucedieron algunos éxitos y muchos sinsabores. Un local pequeño e incómodo, reformas poco inspiradas, algún incendio, la riada de Santa Teresa de 1879, problemas económicos... Hacia mayo de 1880 se inauguraron las clases en el Liceo y la actividad teatral quedó relegada a un segundo plano. Todavía se dieron algunas funciones más de manera esporádica, pero éstas finalmente cesaron hacia 1883.

Antes, en 1880, se produjeron dos novedades muy importantes en la Murcia teatral. La primera de las novedades fue que el teatro Romea reabrió sus puertas después de la larga convalecencia a la que lo sometió el incendio que sufriera en 1877. La noche de la reinauguración todos los asistentes quedaron admirados con el fantástico trabajo del arquitecto Justo Millán, que a partir de aquel momento pasaría a ser el de mayor prestigio de Murcia. La segunda de las novedades fue que junto a los antiguos terrenos del segundo teatro Provisional se alzó en apenas cuarenta días un nuevo teatro que llevó por nombre Teatro Circo de la Rambla.

 

Panorámica actual de la confluencia de las calles Saavedra Fajardo y Doctor Fleming, lugar donde antaño se levantó el Teatro Circo de la Rambla.

Deteniéndonos un poco más en este nuevo teatro para dar cuenta adecuadamente de él, debemos confirmar que se construyó rápidamente dentro de los terrenos del antiguo Granero, donde se estaban edificando los nuevos Tribunales de Justicia. Como estas obras avanzaban de sur a norte, el emplazamiento de este local cabe situarlo en la esquina existente entre las actuales calles Saavedra Fajardo y Doctor Fleming, siempre dentro de lo que hoy es la plaza de abastos de Saavedra Fajardo. Pues bien, el Teatro Circo de la Rambla fue el resultado de la iniciativa de los organizadores del Entierro de la Sardina, es decir, de los grupos sardineros de la época.

El local tuvo que ser por fuera de lo más parecido a un circo actual, con su característica cubierta de lona incluida. Sin embargo, por dentro incorporó elementos puramente teatrales, como palcos, plateas y un hermoso telón de boca que hizo las delicias de propios y extraños. En conjunto, el local fue elogiado por su comodidad, buena visibilidad, e incluso por ofrecer cierto lujo. En cuanto a la vida artística que albergó, ésta fue de lo más rica y variada: espectáculos ecuestres, acrobáticos, zarzuelas, obras de teatro… El Teatro Circo de la Rambla irrumpió con fuerza en el panorama teatral de Murcia llegando a competir durante sus primeros años de vida con el poderoso Romea. Lamentablemente, los altibajos de público, la lluvia, que siempre  terminaba calando a los asistentes, y sobre todo las obras de los nuevos Tribunales acabaron por dar la puntilla al legendario teatro hacia 1885.

Panorámica del encuentro de las calles Barítono Marcos Redondo, Gran Vía y José Antonio Ponzoa. Lugar en el que antaño se levantó el teatro Apolo en la desaparecida calle Capuchinas.

Una nueva sociedad de aficionados al teatro llamada Julián Romea decidió saltar al ruedo, o mejor dicho al escenario, en 1882 con la creación de un bonito teatro en el piso bajo de la antigua casa de los Condes de Clavijo, en la extinta calle de Capuchinas y frente al desaparecido convento del mismo nombre. Para aquel que desee visitar la localización que tuvo este local, diremos que ésta se hallaría en medio de la actual Gran Vía de Murcia, a la altura de las calles Barítono Marcos Redondo y José Antonio Ponzoa, que juntas conforman lo que fue la calle Capuchinas. Aunque las actividades artísticas en este coqueto teatro comenzaron en noviembre de 1882, sólo un año más tarde, en 1883, la sociedad Romea entró en crisis y acabó cambiando su nombre por el de sociedad Apolo. Bajo esta nueva denominación, dicha sociedad retomó la vida teatral en su local, ya conocido como Apolo, de la calle Capuchinas, hasta su cierre en 1885.

Vista del nº 8 de la actual calle Vara de Rey.

Por esta misma época parece que hubo dos pequeñas sociedades que compartieron espacio, aunque no tiempo: nos referimos a las sociedades Talía y Cervantes, ya que actuaron en un mismo lugar, pero separadas por un año. Estas dos asociaciones ofrecieron actuaciones en lo que fue la Casa de Corrección, que estaba situada en la calle de la Administración, es decir, aproximadamente hacia el número ocho de la actual calle Vara de Rey. La sociedad Talía comenzó su efímera trayectoria en 1883 y la terminó en 1884. La sociedad Cervantes desarrolló su arte a partir de 1885 y su actividad no debió de ir mucho más allá.

 

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