No pudo ser, y al final del partido la máxima futbolera de “a entrenador nuevo, victoria segura” no se cumplió en La Condomina en el día que debutaba como técnico azulón el experimentado técnico murciano, José Miguel Campos.
De hecho, lo cierto es que el estreno del preparador universitario pudo haber sido incluso peor, ya que a la floja impresión que volvió a causar en casa el UCAM hay que añadir que el Villanovense, sin hacer un gran partido, estuvo mucho más cerca de la victoria que los pupilos de Campos.
Así, en un partido feo y trabado propio de la categoría a la que parecen condenados a militar todos los equipos del fútbol regional por los siglos de los siglos, las ocasiones más claras llegarían tras jugadas a balón parado entre las cuales destacaron sendos penaltis con los que contaron ambos equipos ya en la segunda parte: primero el UCAM, por mediación de Góngora, que mandó el balón fuera; y dos minutos más tarde el Villanovense, por mediación de Dieguito, que estrelló el balón en las piernas de Germán Parreño.
Sin embargo, si hay algo que debe ser valorado como positivo en el gris estreno general de José Miguel Campos, es que su equipo, lejos de descomponerse tras la expulsión de Dani Pérez en el penalti que acabaría fallando Dieguito, consiguió resistir durante 35 minutos y salvar un empate que, aunque a poco, supo a algo.
Por eso tras sobreponerse a las circunstancias como buenamente pudo, quizá en lo que más debiera incidir el buen entrenador murciano fuera, primero, en devolver la autoestima a una plantilla que, aunque no lo parezca, está capacitada para dar mucho más de sí, y, segundo, en recuperar las señas de identidad de equipo feo, fuerte y formal que hicieron crecer al UCAM.