Barón Rojo lanza sobre Molina todo su arsenal de rock and roll

Crear: 09/16/2017 - 19:28

Desafiando a la tormenta como Manfred von Richthofen desafiaba a sus rivales pintando su avión del color de la sangre, este viernes aterrizó en Molina de Segura Barón Rojo para ofrecer una larga noche de rock and roll que, finalmente, pudo desarrollarse sin problemas a pesar de la amenaza de lluvia que se cernía sobre la Región.

Así, sin Sherpa ni Hermes, pero con los hermanos de Castro –Armando y Carlos- a los mandos, el concierto de Barón Rojo despegaría puntual, a las 23:00h, ante las más de tres mil personas que se acercaron a la Plaza de España para tributarle el reconocimiento que se merecía a la que es una de las bandas fundamentales de la historia del rock en nuestro país.

De este modo, como si fuera toda una declaración de intenciones, la formación abriría su recital con Te espero en el infierno antes de virar bruscamente y poner rumbo a la época más dorada de su carrera: esa década de los años ochenta en cuya primera mitad Barón Rojo lanzó discos tan importantes como “Larga vida al rock and roll”, “Volumen brutal” o “Metalmorfosis”.

En consecuencia, con buena parte del público danzando y coreando clásicos de la banda como Satánico plan, El barón sobrevuela Inglaterra o El Malo, el recital avanzaría frenético y con la contundencia de ese sonido que, entre el heavy metal y el rock progresivo, ha venido caracterizando desde hace más de treinta y cinco años la personalidad indómita de Barón Rojo.

Entonces, sobrevolando el ecuador de la velada al ritmo de Hermano del rock and roll, la banda gritaría Larga vida al rock and roll antes de encarar la recta final de su espectáculo lanzando sobre el público de Molina de Segura dos auténticos bombazos  -Hijos de Caín y Los rockeros van al infierno-, que, como si de cargas de profundidad se trataran, acabarían por rendir a un respetable que se mostraría entregado a Barón Rojo.

Un poco más adelante, ya en el bis, el grupo aún tendría tiempo de brindar tres canciones más -Concierto para ellos, Resistiré y Siempre estás allí-, para rematar un concierto que, como si fuera un vuelo suicida de dos horas de duración sobre Molina, culminaría entre miles de aplausos de reconocimiento.

Por eso, aunque la voz y algunas otras cosas hayan cambiado con los años –y no siempre para mejor- lo que resulta innegable es que los hermanos de Castro han sabido resistir manteniendo el rumbo, la actitud y la esencia de una banda, Barón Rojo, que junto a otras como Asfalto, Obús o Leño han terminado alcanzando el merecido estatus de ilustres a pesar del silenciamiento al que han sido sometidas durante décadas

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