Festival Epicentro 2025 Mula

Bajo la atenta y silenciosa mirada del castillo de los Vélez, que, suspendido en el vacío de la densa oscuridad nocturna, parecía asomarse desde lo alto de su colosal pedestal para contemplar con sincera curiosidad las guirnaldas que iluminaban la plaza del Ayuntamiento de Mula, este pasado viernes el joven festival multidisciplinar “Epicentro” celebró la jornada más ambiciosa de sus tres ediciones programando en el céntrico lugar un carrusel de conciertos de verdadero lujo entre los que destacaría el del célebre músico gallego, Iván Ferreiro.

Así, con los focos ya fijos sobre los instrumentos que poblaban el escenario, a eso de las 23:00 Iván Ferreiro y los suyos irrumpirían al asalto en el recinto para ocupar posiciones sobre las tablas y, atrincherados en el último disco del vigués, comenzar a disparar desde el fondo “Canciones para no escapar”, o, mejor dicho, para no dejar escapar a ninguno de los dos mil presentes que, desde entonces, quedarían cautivos del pop de una banda en la que formarían, como fieles lugartenientes, Pablo Novoa a los teclados, Ricky Falkner al bajo, Xabier Molero a la batería y Amaro Ferreiro y Emilio Saiz a las guitarras.

De este modo, haciéndose fuerte al abrigo del piano y al cobijo de su Trinchera pop, el comandante Ferreiro completaría un primer tercio de recital cuyo protagonismo en el repertorio recaería, como era de esperar, en las piezas de artillería de su más reciente obra, de la que haría sonar, a pesar de las limitaciones del equipo de sonido, la sensual “La gran belleza y la juventud”, la delicada y emotiva “Dejar Madrid” o la experimental “Pinball”, antes de abrir una nueva fase del concierto en la que la banda abandonaría las posiciones defensivas para salir a campo abierto a combatir más allá del tiempo y la distancia.

Entonces, aventurándose a recorrer y repasar algunos de los principales hitos de su trayectoria musical, Iván Ferreiro se permitiría rememorar sus intrépidas campañas a bordo de aquel formidable bajel Pirata que capitaneara o, ya tierra adentro, evocar sus andanzas en Val Miñor -donde el compositor nació y tiene su Casa-, para lanzar una nueva andanada de canciones, esta vez de largo alcance, entre las que se distinguirían en el fragor de la batalla “El equilibrio es imposible”, “El dormilón” o “El pensamiento circular”, y con las que lograría dar en el blanco y hacer mella en el público casi decisivamente.

No obstante, afrontando la recta final, Ferreiro y los suyos aumentarían la presión de su asedio sobre el castigado baluarte muleño ampliando la carga explosiva de unos temas que estallarían con precisión justo en el corazón del respetable. Así, cantados a coro por el público ya del todo entregado, sonarían en arrolladora sucesión canciones tan emblemáticas como “M”, “Años 80”, “El viaje de Chihiro”, “Cómo conocí a vuestra madre” o “Turnedo” antes de regresar a las trincheras, aunque tan solo para certificar la dulce rendición de la plaza, que claudicaría a las 00:35 ante el imparable empuje de la ofensiva pop.

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